‹‹Me interesaba
crear una voz narrativa, un yo que fuera ficticio (no es exactamente como yo),
pero muy verosímil (se parece mucho a mí). Y me interesaba recuperar algo de la
frescura de la Ilustración, como Montaigne, una constelación de memorias,
ensayo, erudición, humor, cotilleo, crítica, panfleto político, diatriba,
lirismo y prosa gamberra, todo revuelto y con la máxima libertad. Estos dos objetivos, en la medida en que se
han cumplido, me han traído muchos problemas (los lectores creen que soy yo y
se toman todo al pie de la letra) y muchas alegrías (frente a la solemnidad y
el encasillamiento, muchos lectores sintonizan con lo que Cervantes llamaba la "escritura desatada")››.
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